Buenos días.
Ya era hora de sacar a la luz todas estas fotos que tenía en la recámara. Cogiendo polvo, arrinconadas y encerradas.
Aquí amanece grisáceo. La nieve aún se puede ver en las vías del tren, al retirar las cortinas. En las calles poco a poco todo vuelve a la normalidad. El blanco se derrite para dejar a paso a un marrón casi negro, por las miles de pisadas del día a día. Pero dicen que la nieve volverá, que todo se vestirá de blanco impoluto y que los niños y no tan niños saldrán de nuevo a las calles para hacer guerras de bolas. De momento un 12 bajo cero amenaza la semana que viene. Veremos que pasa, si es cierto lo que dicen...
París. Ya han pasado dos semanas desde mi re-vuelta. Mi rutina, mis nuevas amistades, mi habitación. Todo vuelve a su ser. Y aunque haya días mejores que otros, como siempre, París tiene algo que engancha. Aunque a veces lo días negros parezcan ganas a los claros y no veas una sola razón por la que quedarte. Aunque haya vueltas a casa con un tío al lado que huele a sardina. Aunque a veces me pierda. Siempre me vuelvo a encontrar. Observo con cuidado de que no me pillen. Risas, miradas. Aunque a veces el metro se pare durante media hora porque alguien se ha tirado a las vías. Conciertos en los vagones, niños que no saben sonarse los mocos, gente muy guapa, gente muy fea, peculiaridad. Hablar sin decir nada.
París puede ser adictivo. Cuidado.
Fotos: Place de la Bastille. Manifestación a favor del matrimonio y la adopción homosexual. Acabamos el día con una visita a La Tour Eiffel y el Marché de Noël.
Buen día.
Bonne journée.
María.